Jorge García Cárdenas

La Era de la información.



Hoy en día las redes sociales están muy extendidas, las brechas generacionales entre padres e hijos se han reducido drásticamente y ambos se unen sin problemas al uso de estas tecnologías.
¿Recuerdan cuando un hijo programaba más rápido el video VHS que un padre? Pues con las redes sociales esto ya no sucede, una vez más Internet y su uso en las sociedades actuales, consigue que distintas generaciones permitan comunicarse con la misma herramienta aunque no de la misma forma. ¿Imaginan a su madre utilizando Snapchat o a la tía soltera en Tinder? Probablemente no, hasta que lo vean con sus propios ojos y es que las empresas que consiguen meterse con éxito en este ciclón de interacciones sociales ya no sólo buscan un público joven sino que buscan ser un estándar para que su vida sea más trato del pretérito que del pasado.
Soy usuario de Twitter y en contra de mi voluntad pero por petición social, de Whatsapp. Supongo que como muchos de ustedes lo gratuito ha hecho que utilicen las distintas redes sociales pero ya saben que detrás de todas estas aparentes buenas aplicaciones, existe un entramado de "malversación" consentida de sus datos. La información es privada, sí, lo que inhabilita el término "malversar" pero sus datos: nombre, edad, correo electrónico, teléfono, sexo, imagen, dirección, cuantas veces hacen click en una web de ropa, qué leen en la prensa o cuántas veces teclea la letra "h"; pasa a ser público cuando el uso de estos datos se comparten entre empresas tan sólo para ser más eficientes y saber qué pueden venderte.
Ya sé que sabes todas estas cosas (lees las condiciones de uso de toda web), ya sé que piensas que nadie puede interesarse por tus datos, información de simples mortales, pero eso no es el todo cierto. Somos, cada uno lo que cualquiera busca y con ello se puede hacer mucho más de lo que imaginas y de ahí, por ejemplo, que en el caso de una rutina sacar tu perfil psicológico e intuir que camino tomarás para ir a trabajar, proyectar cómo tratarías a un desconocido o en el caso más fantástico, saber qué contraseña de acceso bancario elegirías. 
En unos años, veremos que la tecnología nos une pero que el mal uso de las mismas o el uso sin un límite controlado, nos separará de lo que hasta ahora creíamos era el mejor avance de la historia moderna.